sábado, 31 de octubre de 2020

... Y la culpa del ciudadano

Confinamientos perimetrales, hostelería cerrada, toque de queda, cuarentenas... ¿Por qué tenemos que vivir los ciudadanos todo esto cuando los culpables de tantos contagios son los políticos y sus medidas de apertura para unas cosas y cerrar para otras. ¿Cómo es posible que no se controlasen las entradas en los aeropuertos desde un principio? Seguramente que si lo hubieran hecho otro gallo nos cantaría.

Recuerdo que tras los atentados de Atocha y de las Torres gemelas en 2011, los aeropuertos, puertos y estaciones de tren se blindaron. Fue entonces cuando se empezaron a instalar las cintas de control para las maletas y se acabaron las despedidas en los andenes. Sólo accedían a ellos los viajeros, los acompañantes no podían pasar de los controles. Las colas en los aeropuertos fueron históricas porque te escaneaban de arriba abajo, te hacían abrir las maletas, tenías que llevar toda la documentación si no querías quedarte en tierra...

Tras el primer confinamiento vivido entre marzo y junio, todos pensábamos que cuando volviésemos a salir a la calle, los controles para viajar volverían a ser excesivos. Pero no. Nos dimos cuenta que los controles seguían siendo los mismos que antes del confinamiento. Entras en el aeropuerto solo, porque no dejan entrar a los acompañantes a no ser que sean personas que lo necesiten y sacas tus billetes. En el control siguen controlándote las maletas y con una pistola de temperatura, y en muchos aeropuertos ni eso, te miden la temperatura. En otros aeropuertos han instalado cámaras térmicas que se supone que controlan la temperatura con más eficacia. Luego se supone que mirándote a los ojos ya saben si están enfermo o no. Vamos que los controles son mínimos o inexistentes. ¿Por qué no han pedido pruebas de negatividad para viajar? En una Ciudad en la que el salir se hace casi necesario por la presión que existe, los controles se tenían que haber realizado desde el primer día. En esta Ciudad la mayoría de la población está esperando que llegue el fin de semana para poder ir a visitar a su familia, para poder ir a "comprar" a la Península o incluso para poder ir a su segunda residencia en la costa de Granada, de Málaga o de Almería.

Y ahora nos vienen con que la culpa la tenemos los ciudadanos que no hemos mantenido las distancias, que nos hemos relajado en las medidas impuestas. ¿Pero qué medidas? El que vayamos con la mascarilla, en que los lavemos las manos y evitemos los contactos y abrazos, en que vayamos con nuestro gel en el bolso, en que mantengamos las distancias en locales, en tiendas, en el super... Pero si la mayoría lo cumplimos. Ahora, si la gente está hasta el gorro de ir con la mascarilla todo el día y luego vemos que los que nos lo imponen son los primeros que no lo cumplen, ¿qué nos están pidiendo a nosotros? Señores, ocho horas continuas estoy con mi mascarilla. Sólo me la quito para almorzar (10 minutos) y cambiármela por otra a las cuatro horas. Pero si he tenido que afeitarme porque se me estaba irritando la piel entre la barba y la mascarilla y el calor concentrado de mi respiración.

Llevamos desde el jueves con el confinamiento perimetral de la Ciudad. Eso quiere decir que para entrar o salir de la Ciudad uno tiene que justificarlo con un documento. Bueno pues desde el jueves hasta hoy sábado, todos los días estoy escuchando de gente que han venido o han viajado y en ningún momento les han pedido ningún papel para hacerlo. Así que seguimos en las mismas. Pero de todas formas, ¿de qué nos sirve un papel para entrar o salir? Me explico. Imaginemos que yo estoy "incubando" el virus en mi interior. Ahora tengo que viajar a la Península por el motivo que sea, porque mi madre se ha puesto muy enferma, porque tengo que ir a recoger a mi hija para traerla de la universidad o lo que sea. Y yo tengo el papel para viajar, pero claro, si nadie me hace ninguna prueba, ¿de qué me sirve el papel? ¿de qué me sirve el confinamiento perimetral? Tengo que viajar, estoy enfermo y nadie me ha realizado una prueba en la que puedan localizar si estoy enfermo o no, así que, por muchos papeles que tenga, viajo y ya me llevo la enfermedad o conmigo, o me la traigo conmigo, porque en ningún momento me han hecho la prueba en el aeropuerto o en el puerto. Eso es lo que creo que hay que hacer, pruebas rápidas a la hora de viajar y así podemos ir frenando.

Y lo mismo que hay que hacer pruebas cuando vas a viajar, hay que empezar a hacer pruebas por barrios, por edificios e incluso por casas. Es una forma de ir descartando los asintomáticos de los negativos. Yo puedo ser asintomático y no saber que tengo el virus y como no tengo ningún síntoma y tampoco he estado con un positivo, que yo sepa, estoy tranquilamente saliendo a comprar, a pasear o a lo que sea. Y contagiando sin saber que estoy contagiando. Pruebas, pruebas, pruebas, fueron las claves en el primer confinamiento. Pero parece que ya se han olvidado de esa instrucción. Solo se hacen pruebas si tienes síntomas. Y no te repiten a los 10 días, con lo que si eres positivo, te aíslas 10 días y luego, si ya no tienes síntomas, ya puedes salir a la calle. Listo, que ya has estado 10 día encerrado y ahora puedes seguir contagiando. Claro que la culpa es nuestra. Es nuestra por no exigir una prueba. Deberíamos exigir que nos hiciesen las pruebas. Conozco gente que ha llamado al centro de Salud para pedir una prueba engañando y diciendo que tenía síntomas y así les hacían la prueba.

Aquí hay que enfadarse y ponerse en plan borde para que te hagan caso. ¿Recuerdan que hace unos días les expliqué el caso de contacto estrecho? Pues tengo segunda parte de aquella historia y si no fuese porque me puse en plan borde y amenacé al médico con que iba a hacer vida normal y me iba a trabajar, todavía hoy (una semana después), seguiría sin tener la baja de mi trabajo y sin recibir una llamada de mi médico. Pero eso, se lo cuento en otra entrada.

jueves, 29 de octubre de 2020

Otra desfachatez en plena crisis económica

Con la que nos está cayendo y nuestro gobierno presenta el borrador con los presupuestos para el año próximo. Y por si fuera poco nos suben los impuestos y encima se suben el sueldo en un 0,9%, la subida correspondiente a los funcionarios públicos. La diferencia es que a los funcionarios públicos les congelan el sueldo y para ellos no lo hacen. Así que, como cobran poco por representarnos, todavía van a cobrar un poquito más.

Precisamente hace unas semanas, en el Congreso de los Diputados se votó en contra de la subida de sus sueldos. Bueno, todo hay que explicarlo. No votaron en contra. El PP y el PNV pararon la subida en la mesa del Senado y posteriormente en el Congreso fueron el PP y Vox los que se opusieron en la primera reunión. Ante el escándalo en la opinión pública y la votación que había tenido lugar en el Congreso y la presidenta convocó una segunda reunión para recular y en ella los socialcomunista votaron por congelar los sueldos de los Diputados como gesto ante la ciudadanía que atraviesa problemas económicos en la pandemia.

Pero ahora llega el borrador con los presupuestos y en ellos aparece la subida para los órganos del gobierno: presidente, ministros, secretarios, directores generales. Todos ellos tienen una subida salarial equiparable a la de los funcionarios públicos. Esta subida se une a la del 2% que se subieron en el mes de enero de 2020, cuando todavía no estábamos metidos de lleno en la pandemia y la crisis económica no nos había ni tocado. Aún así, lo hicieron sin tener en cuenta que los presupuestos anteriores (de la era del PP) estaban congelados y que por lo tanto no podían hacerlo. Aún así no tuvieron remilgos en hacerlo. Y ahora nuevamente se proponen otra subida para el mes de enero de 2021.

Y mientras todo esto ocurre en el Congreso y en el Senado, la ciudadanía aumenta las colas del paro, del hambre y hasta las del inem, porque no hay manera de contactar con ellos. Digo que mientras todo esto ocurre, la ministra de des-igualdad contrata un estudio por 50.000 euros para que nos digan que el color rosa se adscribe a las niñas y que tenemos que romper con esos estereotipos. Soberana estupidez que todos sabemos y que muchas familias todavía admiten. O no hemos oído en multitud de ocasiones, cuando estamos comprando cositas para un futuro bebé: rosa que es niña, azul que es niño, blanco que vale para los dos...

Pero no, para saber esto, que es de perogrullo, necesitamos hacer un estudio, un informe y gastarnos 50.000 euros, que podían haberse destinado a material sanitario, material educativo o incluso a paliar los efectos de la crisis con bolsas de alimentos. Pero no, tenemos que contratar una empresa, que ya me gustaría saber a mí quién es y si tiene relaciones con Unidas Podemos o con Irene Montero o con alguno de sus asesores, para que nos haga un estudio sobre un tema que preocupa mucho a los ciudadanos españoles.

Seguiremos atentos para ver cuál es el próximo despropósito de toda esta gentuza que nos gobierna y desgobierna, que se dedica a "vivir" a costa de nuestros impuestos y de sacarnos los ojos con medidas que ni ellos mismos se aplican o respetan. Todos apretándonos los cinturones para llegar a final de mes y ellos ni se han bajado un euro de su sueldo. Felicidades, así nos va.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Nuevas medidas en Melilla

Dos días más tarde de las medidas tomadas por el Gobierno de España, aparece el presidente de Melilla anunciando las nuevas medidas que se van a tomar en la Ciudad a partir de ya. Dos días es lo que les ha costado al gobierno del tripartito ponerse de acuerdo en cómo van a gestionar la pandemia en la Ciudad. Una Ciudad, que por otra parte, es una isla dentro de un continente. Y digo que es una isla, porque las fronteras con Marruecos están cerradas desde la noche del 13 de marzo y no se han abierto desde entonces. Y las conexiones con la Península se realizan por barco y por avión y por lo tanto se pueden controlar a cada una de las personas que viaja tanto de ida como de vuelta.

Pero no, este control no se ha realizado en ningún momento y hemos pasado de tener 0 casos en el mes de julio (y mantenerse así durante un par de semanas) a 1400 casos en el mes de octubre. ¿Qué ha pasado? Pues lo de siempre, la culpa la tiene la hostelería que no ha sabido controlar los aforos, no han invertido en higiene y limpieza y ahora nos vemos como nos vemos. Pues bien, 10 días llevamos con la hostelería cerrada y los casos siguen aumentado día tras día, con lo que podemos deducir que el problema, una vez más, no es la hostelería. Aunque sigan vendiendo que sí.

El problema ha sido que por un caso importado y mal controlado, esto se ha multiplicado como la espuma.  Desde el momento que se abrió la posibilidad de viajar tanto en barco como en avión, la población de Melilla empezó a hacerlo sin control ninguno. Nadie les controlaba temperatura (y si lo hacían es una medida que se ha comprobado insuficiente), no existía un control de aislamiento o cuarentena una vez llegados a la Ciudad (que por otra parte nadie la exigido en toda España), ni tampoco ha existido una petición formal de una PCR negativa (algo a lo que se ha opuesto el gobierno español en todo momento en todo el territorio, cuando a los españoles se les ha exigido en la mayoría de países europeos). Y claro, esto poco a poco ha ido provocando que los casos empezasen a subir como la espuma.

Ahora, meses más tarde y con cierto retraso en la toma de verdaderas medidas, el consejo de gobierno se reúne (dos días) y deciden que tenemos un confinamiento nocturno entre las 22:00h y las 6:00h de la mañana, cuando en la mayor parte del Estado español se decreta a partir de las 23:00h. Los establecimientos de alimentación cerrarán a las 22:00h si bien no pueden admitir clientes nuevos a partir de las 21:30h. Verificación de que los positivos cumplen con el aislamiento social permaneciendo en sus domicilios durante el período que se les exige. La prohibición de cachimbas en lugares públicos, algo que se supone que ya se había prohibido con anterioridad e incluso con una normativa de fumar alejados por lo menos dos metros de otras personas. Y el confinamiento perimetral de la Ciudad limitándose los viajes de entrada y salida de la ciudad a unas excepciones que se detallan en el Decreto. Vamos, medidas que vienen tarde algunas de ellas. Y por supuesto, el incumplimiento de estas normas será sancionado.

Así que ahora sí, ahora cerramos el acceso y la salida de la ciudad, cuando ya nos hemos visto totalmente desbordados. Si esta medida se hubiera tomado desde el principio otro gallo nos cantaría. No voy a decir que se debía haber prohibido entrar y salir desde el principio, sino que se tenía que haber controlado sanitariamente el acceso. Pero no, aquí las decisiones y las medidas las toman los políticos. Lo cual nos hace ver y entender que esta enfermedad es política.

Ahora, eso sí, la hostelería sigue cerrada y hasta que los técnicos (que no sabemos quiénes son y dónde están), no se van a plantear abrirla, y es que necesitan un informe con datos concretos. Pero si el informe está realizado en el día a día. Los casos aumentan en grandes proporciones, los estudios que ya se han publicado determinan que sólo el 2,8% de los casos se producen en bares y restaurantes... ¿Qué más estudios e informes técnicos necesitan? Lo que necesitamos es lanzar a esta gente de sus poltronas y sillones y poner en su lugar gente que quiera tomarse en serio el trabajo por la ciudadanía.

Y mientras tanto seguimos sin que hagan los suficientes test masivos, porque, tal y como explicó ayer el presidente, están esperando que lleguen más pruebas. Al parecer no tienen suficientes test para atender a toda la población y por lo tanto no se puede testar a todos aquellos que se declaran contactos estrechos de positivos y por lo tanto tampoco hacer una segunda PCR a aquellos que han dado positivos y han pasado 10 días. Ves, si al final la verdad y las necesidades de esta Ciudad salen a la luz. Panda de...

martes, 27 de octubre de 2020

Enfermo sin estar enfermo

Voy a contar lo que considero un despropósito sin precedentes. Es muy fuerte que te declaren "enfermo", sin estar enfermo. En mis 23 años de cotización a la Seguridad Social solo he tenido que pedir dos veces una baja. La primera fue para poder atender a mi padre en su última semana de vida y la segunda en esta ocasión. En ninguna de las dos he estado enfermo directamente.

Todo empieza el sábado por la mañana cuando mi hijo me llama y me comunica que su mujer tiene síntomas de fiebre, dolor de cabeza y que le cuesta respirar, por lo que ha solicitado que le hagan una PCR. Que evite salir de casa todo el fin de semana y que por lo tanto evite los contactos. Perfecto, sin problema, porque teniendo cerrados los bares, no tengo trabajo y tampoco donde ir a tomar una cerveza en todo el fin de semana, con lo que decido que me la tomaré en casa tranquilamente.

El fin de semana pasa sin pena ni gloria, continuas comunicaciones entre unos y otros para saber cómo está. Le han realizado la PCR el sábado por la tarde, pero el resultado no se lo darán hasta el lunes. Así que el lunes, no sabemos muy bien a qué hora, sabremos el resultado, pero por lo síntomas y por su trabajo, enfermera, suponemos que es un caso positivo claro y evidente.

Llega el lunes y yo tengo que ir a trabajar a primera hora. A las 8:00h, me incorporo en mi puesto de trabajo, tratando de cumplir todas las medidas al máximo: mascarilla, distancia y evitar el contacto al máximo. Durante 8 horas me paso con la mascarilla puesta y en el único momento que me la quito es para el almuerzo, que hago encerrado en mi mesa y para cambiar la mascarilla después de 4 horas con ella. El contacto con los compañeros mínimo, por no decir inexistente. Se han debido de pensar que estaba enfadado con ellos, porque en ningún momento he estado cerca y cuando lo he hecho, no hemos estado ni 5 minutos. Lo peor ha sido con los alumnos, a quienes también he evitado acercarme y cuando lo he hecho ha sido con la mascarilla y tratando de mantener una cierta distancia.

En los ratos que he tenido más o menos libre, he preguntado si ya teníamos los resultados y negativo. Así que a las 15:00h salgo de mi puesto de trabajo y me despido hasta el día siguiente. Por la tarde hemos seguido esperando, hasta que sobre las 17:30h, hemos decidido mi mujer y yo salir a comprar, antes de que nos encierren durante 10 días, ya que nos lo estamos oliendo. Ha sido salir al super, cargar el coche y volver a casa, sin entretenernos y sin parar con nadie.

Hemos tenido que esperar hasta las 19:00h para que nos confirmasen que era positivo. Ahora empieza el calvario. Mi mujer está de vacaciones, ya que como no las hemos podido disfrutar durante el verano, las había dejado para finales de octubre. No había ido a ninguna parte, con lo que está tranquila en casa descansando. Yo he tenido peor suerte y no había podido disfrutar de las vacaciones en estos días, con lo que tengo que pedir una baja por contacto estrecho, ya que me encuentro trabajando.

Lo primero es notificar a mi empresa, pero a las horas que son, imposible, ya que está cerrada la oficina.  Trato de ponerme en contacto con mi responsable directa y tampoco me coge el teléfono de trabajo porque lo tiene apagado. Así que le dejo un WhatsApp explicándole la historia y esperando que me conteste y me explique si hay algún protocolo por parte de la empresa ante esta situación.

A continuación escribo un correo electrónico a mi centro de salud informándoles de la situación y de que necesito que me tramiten una baja por contacto estrecho, ya que mi empresa me la va a solicitar sí o sí. Y con todo esto, más o menos solucionado, terminamos el día, en continuo contacto con mi hijo y mi nuera, que también están teniendo lo suyo.

Al día siguiente llamo a mi coordinadora y le explico la situación. En el trabajo se tienen que apañar como sea, porque no da tiempo a que les envíen otra persona. Mi mujer hace lo mismo en su trabajo, quienes le indican que, como está de vacaciones, se detienen sus vacaciones y los días que le quedan se reservan para más adelante, una vez solucionado el problema. Desde el centro de salud me escriben y notifican que el jueves me llamará mi médico de cabecera y tengo una consulta telefónica con él. La baja la intentarán tramitar lo antes posible. Mi responsable directa también me envía un mensaje diciendo que tramite la baja lo antes posible. Será cuando en el centro de salud me la envíen, porque más no se puede pedir y como no reciben en consulta, pues tienes que esperar el tiempo que sea. Le notifico que mi médico me ha programado una consulta telefónica para dentro de dos días.

Mientras tanto, los rastreadores ya han llamado a mi nuera, que les ha proporcionado todos los datos de mi mujer y míos y que estemos a la espera de que se pongan en contacto con nosotros. Que evitemos salir de casa para cualquier cosa y sobre todo que si notamos síntomas, lo notifiquemos cuanto antes a nuestro centro de salud (si consigues que te cojan el teléfono en alguno de los intentos).

El tiempo pasa y no sabemos si nos van a hacer PCR, que sería lo suyo. Y yo me pregunto, ¿no sería mejor que nos diesen cita para un PCR lo antes posible, o que un equipo se traslade a tu domicilio para hacerte la prueba y así saber si lo tienes o no? El caso es que mi nuera empezó a tener síntomas (la nariz taponada, como si de un resfriado se tratase) el sábado de la semana anterior. Durante toda esa semana ella ha estado yendo a trabajar, porque los síntomas no eran más que eso y ya el sábado 24 por la mañana empezó a tener fiebre y dolor de cabeza. Fue cuando ella se puso en marcha y notificó que se encontraba mal. Nosotros estuvimos cenando el domingo 11 con ellos en casa y en toda la semana hemos tenido contacto un día sí y otro no. De manera que el último día que tuvimos contacto fue el viernes 23. Desde entonces no nos hemos vuelto a ver y desde entonces nosotros tampoco tenemos síntomas. Ni su marido ni los niños han tenido síntomas y ellos están todo el día en contacto con ella. Tampoco les han hecho pruebas, por lo que no saben si son positivos asintomáticos o ya directamente el virus no les ataca. 

Y mientras tanto, durante 10 días tenemos que estar encerrados en casa, costando dinero a la Seguridad Social (la baja) y a nuestra empresa. Y todo porque se empeñan en no hacer PCR masivos. Parece que les va la vida en ello y sería lo más normal para ir descartando, poco a poco, asintomáticos. Si soy asintomático y lo tengo, no voy a poner ninguna pega para estar encerrado en mi casa tantos días, pero si no lo sé, me pregunto ¿por qué tengo que estar encerrado sin saber si estoy enfermo o no? Definitivamente esta enfermedad nos está volviendo poco a poco tontos. Y cada vez me da la sensación de que nos estamos agilipollado un poco más con tanta historia, virus, enfermos y no enfermos. Uno tiene la sensación de que todo es una confabulación para tenernos sometidos a su disciplina. Miedo me da que empecemos a convertir nuestro país en lo que muchas películas futuristas nos han estado "mostrando" desde hace tiempo. Sin ir más lejos una de las últimas series de A3media, La Valla, que curiosamente se estrenó durante la primera ola de la pandemia y que tiene muchas similitudes con lo que vivimos hoy. ¿Casualidades?

lunes, 26 de octubre de 2020

Toque de queda, nueva medida del gobierno


Un toque de queda se debe aplicar con un estado de excepción o de sitio, no con un estado de alarma, ya que limitar la libertad de deambulación durante un período de tiempo es atentar contra una de las libertades fundamentales. Con el toque de queda también nos prohiben nuestro derecho de reunión, algo que está recogido en la Constitución. Son derechos universales y humanos por el mero hecho de ser humano y de nacer.

Los políticos que tenemos se saltan esta ley con finalidades políticas. Los gobiernos autonómicos no tienen competencia para decretar un toque de queda, pero como han pactado con el gobierno central un estado de alarma entonces lo decretan. Y todo en pro de la seguridad nacional y de los ciudadanos.

El artículo 51 de la Constitución indica que sólo se pueden suspender derechos fundamentales bajo el estado de excepción o de sitio. Si quieren aplicar de verdad el toque de queda, deberán ser honestos y declarar el estado de excepción o de sitio. Algo que se convierte en peligroso porque evidencia que su poder se basa en la fuerza y en el monopolio ilegal de la violencia y el hacer leyes y aplicarlas con esa violencia.

Ayer 25 de octubre se decretó un estado de alarma que se pretende prolongar por 6 meses. Durante este tiempo, cada 15 días el ministro de sanidad comparecerá en el congreso para explicar cómo va la pandemia en nuestro país y mientras tanto se limitarán ciertas libertades, siempre abogando a la alerta sanitaria. La limitación de tránsito nocturno se producirá de 22:00h a 6:00h, pero las Comunidades Autónomas pueden variarlo libremente una hora por delante o por detrás. Lo cierto es que esta medida solo se toma en tiempos de guerra y este dichoso virus es lo que nos plantea. Una guerra contra un enemigo invisible y que se manifiesta con ciertos síntomas en la población.

Lo verdaderamente cierto y algo que llevamos diciendo desde hace mucho tiempo es que debemos aprender a vivir con este virus diariamente y prepararnos para constantes oleadas hasta que podamos hacerle frente con una vacuna o un medicamento. Pero no hemos aprendido ni una ni otra. Ni hemos sabido convivir con él, ni nos hemos preparado y ahora nos vemos tomando nuevamente medidas extremas.

Es evidente que un cierre total como se produjo en marzo, abril y mayo, sería antiproducente para nuestra economía y por lo tanto nuestros políticos deberían evitar cerrar negocios para que no sufra más la economía del país. Nuestro sistema económico se basa en la producción y el consumo. Si no hay consumo, la producción se bloquea. El stock aumenta y provoca la caída de los precios y por lo tanto la ruina total de los empresarios que ven como no pueden vender sus productos porque no hay consumo.

Asumir por parte del Estado el pago de parados, pensiones, ayudas.... supone la ruina total del mismo. Si el Estado se arruina, la deuda del mismo aumenta y por lo tanto la pobreza y miseria del país crece hasta cotas inimaginables. La población depende del Estado y si no puede suministrarles alimento, esto se convierte en la ley de la selva: "los más fuertes sobreviven".

No me gustaría verlo y que las generaciones futuras tampoco tuvieran que vivirlo.

domingo, 18 de octubre de 2020

Una mentira más sobre las mascarillas

La población española llevamos con las mascarillas a cuestas antes de que terminase el estado de alarma. En un momento se planteó como algo opcional, el que quisiera llevarlas que las llevase. Posteriormente pasó a ser un objeto obligatorio. Había que llevarlas sí o sí. Solo se "libraban" de llevarlas aquellos que, con un informe médico, no pudieran llevarlas por motivos médicos.

En pleno verano descubrimos el por qué habíamos pasado de voluntarias a obligatorias. El amigo y "falso doctor" Fernando Simón, nos explicó en plena rueda de prensa, que el problema había sido que al principio no teníamos mascarillas. Luego, cuando ya empezamos a tenerlas, fue cuando se decidió que debían ser obligatorias. Vamos, que el famoso conjunto de expertos, a quienes llevan consultando el qué hacer desde el mes de marzo, ven que las mascarillas son necesarias, solo cuando ya tenemos posibilidad de abastecernos de las mismas.

Al principio de la pandemia, todo tipo de mascarillas eran válidas. Claro no había. Entonces se publicaban por internet los patrones para que cada uno pudiera fabricárselas de tela. Empezamos a ver diferentes diseños e incluso algunas muy graciosas, de flores, rayas y todo lo que cada uno podía imaginar. Cada uno se buscaba las formas que podía, porque ir a buscar mascarillas a las farmacias, era misión imposible.

Teníamos que traerlas de China, de Turquía, de donde fuera, porque en España no las fabricábamos en cantidad suficiente para abastecernos. Surgió una fábrica en Vizcaya donde se fabricaban, pero en muy pequeña escala, con lo que esta empresa tuvo que comprar maquinaria a China, montarla a contrarreloj y empezar a fabricarlas ellos. En cosa de meses consiguieron hacer lo que hubiera costado meses. Montar dos máquinas de máxima producción, trayéndolas de China y que los técnicos pudieran aprender su uso. Así que se empezaron a fabricar en gran producción.

Pero el gobierno español, que tenía puestos los ojos en otros intereses, no se interesaron por la producción de mascarillas españolas, sino que era mejor seguir trayéndolas de China. Así que la empresa española se dedicaba a vender mascarillas a Francia y Bélgica, mientras nosotros las traíamos de China. En el mercado empezaron a surgir multitud de mascarillas. Incluso algunas que no cumplían la normativa y que por lo tanto tenían que ser retiradas del mercado, una vez que habían sido entregadas a los usuarios. Llegamos a tener casos en los que las mascarillas que habían sido llevadas durante todo el día, resultaban que no servían para nada, porque no protegían.

La cantidad de mascarillas que empezamos a encontrarnos en el mercado, los distintos importadores que las traían y las ofrecían en farmacias, tiendas e incluso por internet..., provocó el aumento desproporcionado de los precios. Desde 1 euro hasta 10 euros se podían pagar por la misma mascarilla. Así que el gobierno se vio obligado a regular el precio. Después de varios días, el gobierno decidió que el precio de la mascarilla quirúrgica, que era la más utilizada y más barata, no se podría vender a un precio superior de 0,96€. Ahora bien, el IVA de este producto no sufriría cambios. Estaba grabado con un 21%, como artículo de lujo. Así que de cada 96 céntimos que nosotros pagamos por esta mascarilla, 20 céntimos van directamente al Estado. ¡Buena forma de recaudar impuestos indirectamente!

Han pasado 6 meses desde que nos impusieron las mascarillas. Hoy se han convertido en un accesorio obligatorio y necesario para todos los ciudadanos españoles. Las mascarillas de tela que nos hemos fabricado en nuestras casas tampoco valen si las telas no están homologadas. Las mascarillas de tela que compramos en las tiendas tienen que cumplir con la normativa UE y por lo tanto lo tienen que indicar. Si quieres viajar en avión te obligan a que sean una mascarilla quirúrgica y no otro tipo. Y el precio sigue siendo el mismo y el IVA también.

Hace unos días, le preguntan a la portavoz del gobierno si no es posible bajar el IVA de las mascarillas que ahora se han convertido en artículo obligatorio y que supone a muchas familias un gasto muy elevado a final de mes. La respuesta de esta señora es que es Europa la que determina el IVA de los productos y que no es una decisión del Gobierno español el subirlo o bajarlo. ¡Y se queda tan ancha! Pero cómo es posible que nos mienta a la cara y se quede tan tranquila. Lo peor es que encima se cree ella la mentira. ¿Y por qué es mentira? Pues porque la mayoría de los países europeos, tan solo Eslovenia tiene el 22% de IVA en las mascarillas, lo han bajado. En Francia, desde mayo, disfrutan de un 5,5% de IVA. En Italia han ido más allá y tiene 0% IVA. En Portugal lo han dejado en un 6% IVA. ¿Y nosotros somos incapaces porque nos lo exigen la Unión Europea? ¿Y por qué ellos sí y nosotros no? Europa explicó que era ilegal, pero no que no iba a plantear más problemas con el tema. Así que viendo esta respuesta de Europa, lo más normal es que nuestro gobierno bajase este IVA sin ningún planteamiento más. Para unas cosas son muy legalistas pero para otras se las saltan a la torera, como está ocurriendo con el tema de la elección de los jueces, que posiblemente hablemos otro día.

El tema del IVA tiene tres cotas: 21% para aquellos productos de carácter general y que se impone en los bienes normales. El 10% (IVA reducido), que se aplica en los alimentos que no tienen reconocido un porcentaje inferior, así como algunos eventos de ocio y cultura. Y el 4% (IVA superreducido), que se centra en los productos de primerísima necesidad y que se considera que consume todo el mundo, independientemente de la renta de cada uno. Es en este rango de IVA donde tendrían que situarse actualmente las mascarillas, porque se han convertido en un artículo obligatorio y además de primera necesidad. Todo el mundo tiene que llevarla.

Pero claro, si se redujese este impuesto del 21% al 4%, el Estado dejaría de recaudar 20 céntimos por mascarilla y recaudar 3 céntimos por cada una de ellas. Y esto supone una gran pérdida de millones de euros que, como impuesto indirecto, se embolsan las arcas del Estado. Y tal y como está la cosa, en donde todo son ayudas, todo es salida de dinero para unos y para otros, donde los gastos se han multiplicado y triplicado, dejar de ingresar esta cantidad de euros, no es un buen negocio para nuestro Gobierno. Así que seguiremos gastándonos una buena cantidad de dinero en las mascarillas, mientras a ellos les dé la gana.

sábado, 17 de octubre de 2020

Acoso y derribo contra la hostelería

Nuevamente se toman medidas ante el aumento de los casos de COVID-19 en toda España. En Cataluña y en Melilla han cerrado todos los bares, restaurantes y establecimientos de ocio durante 15 días. ¡¡La ruina para todos ellos!! Prometen ayudas para paliar los problemas económicos que estas medidas pueden ocasionar en todos ellos, pero no dicen cuándo llegarán estas ayudas. Todavía a fecha de hoy, mediados de octubre, estamos esperando las ayudas prometidas por el estado de alarma de los meses de marzo, abril y mayo. ¿Para cuándo serán?

Seguramente que muchos propietarios recibirán estas ayudas cuando ya definitivamente no tengan remedio y no puedan volver a abrir. Tras el estado de alarma ya han sido muchos los bares y restaurantes que no han podido abrir, porque no han aguantado económicamente. Me da la sensación de que el gobierno piensa que en este país hay muchos bares y restaurantes y hay que limitarlos, provocando cierres masivos a causa de la crisis económica. Si mal no recuerdo, ni la crisis de 2008 ocasionó que tantos bares y restaurantes tuvieran que cerrar como lo están haciendo ahora.

Lo que no entiendo muy bien son los datos que se dan y que, cruzándolos, no tienen mucho sentido. Voy a centrarme en la ciudad de Melilla, que es de donde tengo los datos. Durante el estado de alarma la ciudad estuvo cerrada a cal y canto. La frontera con Marruecos se cerró incluso antes de decretarse el estado de alarma. El puerto y el aeropuerto también estuvieron cerrados. Para viajar había que solicitar un permiso a la Delegación de Gobierno, quien valoraba si el motivo era justificado o no para viajar, tanto de Melilla a Málaga como de Málaga a Melilla. El aeropuerto permaneció cerrado todo el tiempo que pudo, pero aviones tampoco llegaban ni salían.

Esto provocó que los casos de COVID en la ciudad fueran mínimos. Tan sólo dos muertos y unos 300 casos positivos localizados. Los asintomáticos no se podían contar porque no se hacían pruebas PCR, ni test, pero eso era algo general para todo el país, por lo que, si había muchos casos positivos asintomáticos, no pudieron ser valorados.

Tras el estado de alarma, los bares y locales de hostelería empezaron a abrir, siguiendo las distintas fases. De tal manera que a mediados de junio, prácticamente estaban abiertos todos los locales que pudieron recuperarse. La gente empezó a asistir a ellos con cierta normalidad, prefiriendo los locales con terrazas que los interiores, pero sin descartarlos tampoco. Así estuvimos todo el mes de julio, sin casos. Incluso estuvimos una semana sin ningún caso, siendo los únicos en toda España que teníamos esa condición. El puerto y el aeropuerto empezaron a circular con normalidad.

El problema empezó a principios de agosto cuando se empezaron a dar los primeros casos positivos importados. Fueron viajeros que venían de Bélgica, de Granada y que venían a Melilla a celebrar la fiesta del cordero, fiesta grande de los musulmanes. Estos casos fueron aumentando día a día. Y mientras tanto los bares y los restaurantes seguían abriendo, tratando de cumplir al máximo las medidas de seguridad (gel, mascarillas constantemente incluso para ir al baño, higienizar mesas y sillas, aforos limitados, hora de cierre a la 1 de la madrugada...). 

A mediados de septiembre esto ya estaba disparado y entonces sale un estudio realizado en la ciudad indicando el porcentaje de contagio en los espacios. La mayoría de los contagios se producían en encuentros familiares y tan sólo el 5% se producía en bares y restaurantes. Ese dato era insignificante comparado con el resto. Pero para nuestros políticos el problema empezaba a estar en los bares y restaurantes, donde se contagiaba la gente mayoritariamente.

Así que, a principios de octubre se decretó que los bares no podían servir en la barra salvo que se utilizase como mesa y estuviesen sentados. Perfecto, los bares asumieron la norma y siguieron controlando los aforos. Se cerraron los parques infantiles y se limitaron los grupos a 10 personas. Pero finalmente a mediados de octubre, el gobierno de la ciudad cree que tiene el tema descontrolado y entonces es cuando deciden que los culpables de todo son los bares y los restaurantes y los cierran. Las tiendas cierran a las 8 de la tarde y los bares directamente cerrados. No dan la posibilidad de cerrar a las 12 o a las 11. ¡No!, directamente cerrados. Estigmatizados desde el principio, no se han planteado que esta ciudad vive prácticamente del consumo en bares, cafeterías y restaurantes.

Imagínese usted que vive en Málaga y quiere venir a pasar un fin de semana a Melilla. Pues bien, uno de los atractivos de Melilla es precisamente que te tomas tu cerveza y te ponen una tapa en condiciones y con tres o cuatro puedes cenar sin problema e incluso comer. Si ahora no tengo este aliciente, ¿para qué voy a venir a Melilla? Y si no hay gente que viene y va, adiós economía, porque el consumo se reduce. Vamos a ver cuántos bares y restaurantes son capaces de aguantar estos 15 días que tienen que estar cerrados.

Ahora bien, los bares son los malos, pero no los grupos que se reúnen en casas para celebrar los botellones que están prohibidos, o los grupos de niños que están tranquilamente jugando en el parque al fútbol, o incluso las calles masificadas de ciertos barrios de la ciudad, donde los alimentos se pueden comprar incluso en medio de la calle a un muchacho que te lo vende en una caja. ¡Esos no son problema! ¡Esos no contagian! Los únicos que contagian son los bares. En los cafetines e incluso calles de estos barrios no se contagia, sólo en los bares legales del centro de la ciudad o de ciertos barrios.

Muchas familias viven de los bares y si están cerrados no pueden tener ganancias. Ahora bien, los impuestos y gastos siguen: luz, agua, alquiler, autónomos, trimestrales que coinciden en este mes de octubre, seguros, nóminas, asesoría...

Entiendo que por unos pocos, otros sufrimos las consecuencias. Señores, castiguen a aquellos que incumplen las normas y al que trata de hacerlo bien, déjenle poder ganarse el pan diario. Si un local supera el aforo, mútenle a él, pero no nos cierren a los demás. Por favor, busquen otras soluciones que no sean tan drásticas.

Los Santos Inocentes

 El 28 de diciembre la Iglesia Católica celebra el día de los Santos Inocentes. Con esta fiesta recuerda lo que la tradición narra y los eva...