sábado, 31 de octubre de 2020

... Y la culpa del ciudadano

Confinamientos perimetrales, hostelería cerrada, toque de queda, cuarentenas... ¿Por qué tenemos que vivir los ciudadanos todo esto cuando los culpables de tantos contagios son los políticos y sus medidas de apertura para unas cosas y cerrar para otras. ¿Cómo es posible que no se controlasen las entradas en los aeropuertos desde un principio? Seguramente que si lo hubieran hecho otro gallo nos cantaría.

Recuerdo que tras los atentados de Atocha y de las Torres gemelas en 2011, los aeropuertos, puertos y estaciones de tren se blindaron. Fue entonces cuando se empezaron a instalar las cintas de control para las maletas y se acabaron las despedidas en los andenes. Sólo accedían a ellos los viajeros, los acompañantes no podían pasar de los controles. Las colas en los aeropuertos fueron históricas porque te escaneaban de arriba abajo, te hacían abrir las maletas, tenías que llevar toda la documentación si no querías quedarte en tierra...

Tras el primer confinamiento vivido entre marzo y junio, todos pensábamos que cuando volviésemos a salir a la calle, los controles para viajar volverían a ser excesivos. Pero no. Nos dimos cuenta que los controles seguían siendo los mismos que antes del confinamiento. Entras en el aeropuerto solo, porque no dejan entrar a los acompañantes a no ser que sean personas que lo necesiten y sacas tus billetes. En el control siguen controlándote las maletas y con una pistola de temperatura, y en muchos aeropuertos ni eso, te miden la temperatura. En otros aeropuertos han instalado cámaras térmicas que se supone que controlan la temperatura con más eficacia. Luego se supone que mirándote a los ojos ya saben si están enfermo o no. Vamos que los controles son mínimos o inexistentes. ¿Por qué no han pedido pruebas de negatividad para viajar? En una Ciudad en la que el salir se hace casi necesario por la presión que existe, los controles se tenían que haber realizado desde el primer día. En esta Ciudad la mayoría de la población está esperando que llegue el fin de semana para poder ir a visitar a su familia, para poder ir a "comprar" a la Península o incluso para poder ir a su segunda residencia en la costa de Granada, de Málaga o de Almería.

Y ahora nos vienen con que la culpa la tenemos los ciudadanos que no hemos mantenido las distancias, que nos hemos relajado en las medidas impuestas. ¿Pero qué medidas? El que vayamos con la mascarilla, en que los lavemos las manos y evitemos los contactos y abrazos, en que vayamos con nuestro gel en el bolso, en que mantengamos las distancias en locales, en tiendas, en el super... Pero si la mayoría lo cumplimos. Ahora, si la gente está hasta el gorro de ir con la mascarilla todo el día y luego vemos que los que nos lo imponen son los primeros que no lo cumplen, ¿qué nos están pidiendo a nosotros? Señores, ocho horas continuas estoy con mi mascarilla. Sólo me la quito para almorzar (10 minutos) y cambiármela por otra a las cuatro horas. Pero si he tenido que afeitarme porque se me estaba irritando la piel entre la barba y la mascarilla y el calor concentrado de mi respiración.

Llevamos desde el jueves con el confinamiento perimetral de la Ciudad. Eso quiere decir que para entrar o salir de la Ciudad uno tiene que justificarlo con un documento. Bueno pues desde el jueves hasta hoy sábado, todos los días estoy escuchando de gente que han venido o han viajado y en ningún momento les han pedido ningún papel para hacerlo. Así que seguimos en las mismas. Pero de todas formas, ¿de qué nos sirve un papel para entrar o salir? Me explico. Imaginemos que yo estoy "incubando" el virus en mi interior. Ahora tengo que viajar a la Península por el motivo que sea, porque mi madre se ha puesto muy enferma, porque tengo que ir a recoger a mi hija para traerla de la universidad o lo que sea. Y yo tengo el papel para viajar, pero claro, si nadie me hace ninguna prueba, ¿de qué me sirve el papel? ¿de qué me sirve el confinamiento perimetral? Tengo que viajar, estoy enfermo y nadie me ha realizado una prueba en la que puedan localizar si estoy enfermo o no, así que, por muchos papeles que tenga, viajo y ya me llevo la enfermedad o conmigo, o me la traigo conmigo, porque en ningún momento me han hecho la prueba en el aeropuerto o en el puerto. Eso es lo que creo que hay que hacer, pruebas rápidas a la hora de viajar y así podemos ir frenando.

Y lo mismo que hay que hacer pruebas cuando vas a viajar, hay que empezar a hacer pruebas por barrios, por edificios e incluso por casas. Es una forma de ir descartando los asintomáticos de los negativos. Yo puedo ser asintomático y no saber que tengo el virus y como no tengo ningún síntoma y tampoco he estado con un positivo, que yo sepa, estoy tranquilamente saliendo a comprar, a pasear o a lo que sea. Y contagiando sin saber que estoy contagiando. Pruebas, pruebas, pruebas, fueron las claves en el primer confinamiento. Pero parece que ya se han olvidado de esa instrucción. Solo se hacen pruebas si tienes síntomas. Y no te repiten a los 10 días, con lo que si eres positivo, te aíslas 10 días y luego, si ya no tienes síntomas, ya puedes salir a la calle. Listo, que ya has estado 10 día encerrado y ahora puedes seguir contagiando. Claro que la culpa es nuestra. Es nuestra por no exigir una prueba. Deberíamos exigir que nos hiciesen las pruebas. Conozco gente que ha llamado al centro de Salud para pedir una prueba engañando y diciendo que tenía síntomas y así les hacían la prueba.

Aquí hay que enfadarse y ponerse en plan borde para que te hagan caso. ¿Recuerdan que hace unos días les expliqué el caso de contacto estrecho? Pues tengo segunda parte de aquella historia y si no fuese porque me puse en plan borde y amenacé al médico con que iba a hacer vida normal y me iba a trabajar, todavía hoy (una semana después), seguiría sin tener la baja de mi trabajo y sin recibir una llamada de mi médico. Pero eso, se lo cuento en otra entrada.

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