El avance del ejército ruso en el este de Ucrania entre mediados de abril y finales de mayo suma poco más de 450 kilómetros cuadrados, lo que supone, aproximadamente, la superficie de Ibiza. No parece mucho y tampoco parece que vayan a ir mucho más allá en el mes próximo, porque tal y como están las cosas, ninguno de los dos tiene posibilidades de provocar un avance que cambie el curso de la guerra. Por lo que se ve están condenados a una guerra de desgaste, sangrienta, en la que tanto rusos como ucranianos confían en que el otro se desgaste antes que ellos.
Rusia ha tenido grandes pérdidas, más de lo que el Kremlin se imaginaba al comienzo de la guerra. Su fuerza invasora se ha reducido en gran medida. Los mismos generales y soldados rusos han cambiado sus técnicas de combate. Así, por ejemplo, los batallones rusos eran muy numerosos al principio de la invasión y en la actualidad se han visto reducidos, lo que les permite una mayor movilidad y de esta manera compensan las pérdidas de tanques, algo que ha sido muy numeroso. Las cifras señalan que los rusos han perdido 750 tanques, de los cuales, un tercio ha sido desde que iniciaron a finales de abril la ofensiva en el Donbas.
Tampoco el ejército ucraniano está mucho mejor. Se sabe poco de ellos ya que las agencias de inteligencia occidentales evitan dar informaciones y así evitar de afectar de forma negativa a la moral de los ucranianos. Tampoco las fotos y vídeos colgados en las redes sociales nos dan mucha información, pero lo que sí parece evidente es que el ejército ucraniano está padeciendo y sufriendo mucho. Solo a finales del mes de mayo, el presidente Zelenski dio un dato, señalando que entre 60 y 100 soldados ucranianos morían diariamente y unos 500 resultaban heridos.
Lo que comenzó siendo, o considerándose una rápida ofensiva y que duraría escasas semanas, se está convirtiendo en una guerra de desgaste y un pulso entre uno y otro bando por ser el que más pueda resistir. Rusia dispone de mucho más personal militar, de más armas y más reserva para seguir alimentando ese ejército que Ucrania. Pero Ucrania juega con una baza a su favor, tiene la colaboración y ayuda de occidente, que le está proporcionando armas y en ocasiones con la tecnología más moderna que existe en el mercado. Rusia sabe que no puede reclutar más personal entre su población, porque eso supondría declarar abiertamente la guerra a Ucrania, algo necesario para realizar una movilización general y por lo tanto la posibilidad que en su país, la gente se echase encima al ver que han entrado en una guerra no deseada, por culpa de la ambición de su líder. De momento el Kremlin se ha negado a reconocer que se trate de una guerra, sino de una operación de liberación de una zona pro-rusa en la que el nazismo estaba haciendo su aparición.
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