miércoles, 16 de marzo de 2022

La religión también presente en la invasión de Ucrania

 Para un nacionalista ruso lo primero es el origen de la nación y lo segundo es el rechazo a la introducción, a partir de ese momento, de elementos occidentales dentro del territorio que se supone que tiene que ser Rusia. Dicho de otra manera, para un nacionilista ruso, occidente no es ni la Unión Europea ni EEUU, ni nada por el estilo. Es básicamente la mayor parte de la poblaciones que no son de fe ortodoxa. La entrada ahí, dentro de lo que se supone que era el terreno de la Rus, de una serie de elementos de tipo católico-occidental se ve como una amenaza y eso se sigue manteniendo desde la época de Stalin. 

La Iglesia Gregolatina Ucraniana, más conocida como Iglesia Uniata, volvió a ser como legal cuando cayó la Unión Soviética. Esta Iglesia es una de las iglesias orientales en comunión con Roma, junto a la Armenia, la Marionita, la Melquita... Posiblemente, sea la más numerosa de todas. Tiene algo así como 5 ó 6 millones de fieles. Esta Iglesia se reconcilió con Roma cuando esa parte de Ucrania cayó en los dominios de Polonia, de la mancomunidad polaco-lituana concretamente. Esta mancomunidad era católica y, evidentemente, no podía permitir su monarca reinar sobre ortodoxos. Así que los obispos de esta Iglesia decidieron reconciliarse con Roma. Se habían separado en el Cisma de Oriente, muchos siglos antes.

Posteriormente, con las particiones de Polonia en el siglo XVIII, los austriacos le dieron el nombre de Iglesia Grecolatina de Ucrania, que es el que tiene actualmente. Esa parte de Ucrania estuvo cambiando de país durante siglos. Formó parte de Austria, luego de Polonia, de la Unión Soviética y finalmente de Ucrania. Mientras estuvo en Austria no hubo problema porque estaban en comunión con Roma, que era lo mismo que estar en comunión con Viena. Pero a los rusos y luego a los soviéticos no les gustaba nada que hubiese una Iglesia con obediencia a Roma. La Iglesia Ortodoxa es, a fin de cuentas un conjunto de Iglesias autocéfalas. El Patriarca de Moscú no depende de nadie más, pero el obispo de Leópolis, sí, depende del papa de Roma. Esto dio lugar a que, en las partes de Ucrania que habían caído en Rusia, tras las particiones, esa Iglesia fuese prohibida, de hecho fue Catalina la Grande, la que proscribió a los Uniatas en el Imperio Ruso. Catalina era alemana y protestante y entendía la Iglesia como una cuestión nacional. Luego posteriormente, en tiempos de la Unión Soviética, los soviets hicieron exactamente lo mismo. A los soviets no es que no les gustase la Iglesia Católica, es que no les gustaba ningún tipo de religión, pero mucho menos, una religión que tenía obediencias en el extranjero, en el Vaticano. 

Esta Iglesia no se pudo restablecer con su forma actual hasta los años 90 del siglo pasado. Para los ucranianos, como es obvio, hoy es uno de los símbolos de su independencia y de su identidad nacional.

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