Con el tiempo, en más de una ocasión, sentado al volante de mi coche, recuerdo aquellas palabras. Y por supuesto, las fui entendiendo. "Conducir es solidaridad". Si vas en tu coche, medio despistado y te saltas un paso de cebra, impides que, la persona que está esperando para cruzar lo pueda hacer. Pero si te detienes, lo que estás haciendo es permitirle que sea él quien pase primero. El simple gesto de poner un intermitente hacia la derecha o hacia la izquierda, le estás indicando al de atrás que vas a girar y por lo tanto, le estás ayudando a conducir correctamente, que reduzca o que te pase por el otro lado, o simplemente que no te adelante, que vas a girar tú por ahí. Y podríamos seguir con miles de ejemplos.
Hace unos años introdujeron en la escuela la Educación vial, pero me da a mí que de educación poca y de vial menos. Y es que, tanto conductores como peatones son bastante incívicos en cuestión vial. Cruzamos el semáforo en rojo y encima nos molestamos cuando nos dicen que está en rojo desde el coche que ha parado, nos saltamos el stop y con levantar la mano ya lo tenemos todo arreglado, después de hacerle frenar al que tiene preferencia, circulamos con los monopatines y bicicletas por la acera a toda velocidad y por si fuera poco tocamos el timbre (el que lo hace) para avisar que vamos nosotros y que nos dejen paso, cuando nunca, repito, nunca tiene preferencia una bicicleta o un monopatín por la acera... Todos estos gestos de insolidaridad son cada vez más comunes y típicos en nuestra ciudad (y en otras muchas de nuestro país).
Y por si fuera poco, nos extrañamos y nos llevamos las manos a la cabeza cuando descubrimos que en 15 días ha habido dos atropellos mortales en nuestra ciudad. Y pocos son, tal y como circulamos unos y otros. Está visto que cada vez más, vamos a nuestra bola, a nuestro aire, pensando en que siempre, tenemos preferencia y que los demás tienen que dejarnos pasar, que para eso somos "nosotros".
Creo que sería bueno e importante, educar de verdad en civismo y recordar a la gente que cuando uno se sienta al volante de un coche, se sienta al volante de un "arma mortal", que, si él no sabe controlar correctamente, puede provocar en los otros una desgracia. Así que, tan solo me queda agradecer a mi profesor de autoescuela aquello de: "conducir es un gesto de solidaridad" y seguir recordándolo cada vez que me siento al volante, ya que eso me ayuda a conducir con precaución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario