Volar y navegar hasta Melilla sale por un ojo de la cara a los no residentes. Ya es para los residentes caro de un día para otro, y eso que tenemos bonificación, imagínense lo que puede costarle a un no residente el venir a pasar un fin de semana, o una semana, en Melilla. Comprar los billetes con seis meses de antelación, sí que puede salir más barato, pero tal y como están las cosas ¿quién se arriesga a programar en enero las vacaciones de julio?
Y una vez superada la cuestión del viaje, que ya nos ha costado una pasta, ahora nos encontramos en Melilla y ¿qué alicientes tenemos? "Piedras", si te gusta el arte podrás disfrutar de la Ciudad Vieja y sus edificios o de los edificios modernistas, que, en la mayoría de los casos te tendrás que conformar con visitar desde fuera y en algunos casos ver cómo se mueren entre la ruina y la dejadez. Si te gusta el sol, podrás disfrutar de las playas, más o menos arregladas, que empiezan a funcionar con su bandera azul, en la mayoría de las veces no merecida. Y si quieres venir a comer pescado, te tendrás que quedar con las ganas, porque, desde que está cerrada la frontera, el pescado viene de la Península y a precios no tan asequibles y económicos como ocurría antes. Así que el turista, con un par de días se ha visto más que saciado de Melilla.
Por lo tanto, como no empiecen a cambiar las cosas, difícilmente será que el turismo en Melilla triunfe y consiga que se convierta en una ciudad referente en este sector.
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