lunes, 13 de septiembre de 2021

"Violencia homófoba" y "delitos de odio" que resultan ser falsos

Ha pasado una semana desde que saltara la noticia. "Joven de 20 años es agredido por 8 encapuchados en el barrio de Malasaña de Madrid". El relato era estremecedor, ya que había sido abordado en su propio portal y por si fuera poco le habían tatuado la palabra "maricón" en el culo. Todo había ocurrido a media tarde (las cinco de la tarde) del domingo, cuando había sido sorprendido en el portal de su casa en pleno centro del barrio de Malasaña, por ocho encapuchados vestidos de negro y que le habían dado una paliza sin que nadie hiciera absolutamente nada, porque nadie vio nada. Sólo una mujer mayor, a la que nadie pudo identificar y que desapareció de la escena, rompió un cristal para que los encapuchados dejaran de golpearle.

Esta fue la versión que saltó a la prensa. Y enseguida la noticia empezó a ir de boca en boca. Mientras la policía iniciaba sus investigaciones y descubría que había cosas que no le cuadraban mucho y por lo tanto ponían toda la versión en "cuarentena", los telediarios abrían con esta noticia, los políticos se lanzaban acusaciones unos a otros, e incluso alguno llegaba a acusar a ciertos partidos políticos de alentar y de provocar estos ataques.

La policía volvía a tomar declaración al agredido una y otra vez. Había cosas que no cuadraban. Las cámaras de la zona no habían recogido ninguna imagen de un grupo de ocho individuos con las características que señalaba la víctima. Ni encapuchados ni desencapuchados. Tampoco entendían que en un barrio cuya mayoría de población era perteneciente al colectivo LGTBI, se pudiese dar una agresión tan brutal como la que se presentaba. Así que la investigación continuaba, pero con muy pocos resultados y pruebas.

Por fin, 48 horas después de tener en vilo a todo el barrio, a todo el país, de producirse declaraciones de todo tipo, acusaciones de unos contra otros... Todos los partidos políticos, sin excepción, incluso esos a los que habían acusado de alentar este tipo de agresiones, condenaron esta agresión. Altos cargos políticos manifestaban que este tipo de agresiones iban en aumento en los últimos meses y el presidente de Gobierno convocaba, de urgencia, una reunión de la comisión contra los delitos de odio, para tomar medidas contra estas agresiones. Las asociaciones LGTBI convocaron manifestaciones en cuestión de horas e incluso llegué a escuchar, en un programa de televisión, una vecino declarando que se quería "venganza". Vamos, que todo daba a entender que las cosas se habían salido de madre y que esto ya era el punto y final.

Pero lo que decíamos, 48 horas después de la denuncia, la víctima se vino abajo y acabó confesando que todo había sido un invento suyo para cubrir una relación consentida sadomasoquista que había tenido días antes y que su pareja no sabía. El tatuaje del culo, realizado con un cúter, las heridas en los labios, los cortes en las manos y en la cara..., todo era falso y formaba parte de una "película" que se había montado para que no le pillase su pareja de la infidelidad. Y terminó declarando aquello de "tierra trágame".

Y tras el descubrimiento y la resolución del caso, comenzó otra batalla. Ahora el ministro Marlaska, que se había creído y que había acusado a diestro y siniestro, se declaró inocente de las acusaciones realizadas. Al contrario, seguía convencido de lo que había dicho y que los casos de violencia homófoba habían aumentado. Miembros del Gobierno salieron del paso señalando que los casos estaban ahí y que, aunque fuese mentira, existían. Y desde luego que nadie lo niega, pero también es cierto que no se puede crear una acusación tan seria y luego decir que no ha pasado nada, que "una chiquillada". Está visto que el Gobierno no está dispuesto a hacer examen de conciencia de su error y tampoco a tomar medidas con aquel que ha tratado de manipular la información como pudo ser el ministro Marlaska, que no está dispuesto a irse ni a que lo echen.

Dos días que se convirtieron en una criminalización contra el partido político de Vox. Dos días en los que la ministra de igualdad atribuyó la supuesta agresión al presunto "discurso de odio" que lanza la extrema derecha y que Madrid ya no era lo que era desde que el PP estaba en el poder de la Comunidad. Y para mí, los que precisamente crean el odio son ellos, que no dudan en criminalizar a unos y otros y mientras tanto ellos se colocan falsos títulos de defensores de quienes, en sus orígenes, se dedicaron a ajusticiar. Porque podemos recorrer un poco los anales del pasado y ver quienes eran víctimas del socialismo y comunismo más puro y radical. Gays, lesbianas, síndromes down, prostitutas... fueron los que más sufrieron con el amigo Stalin. Causalidades de la vida.

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