miércoles, 18 de agosto de 2021

España se quema

Como todos los veranos, cuando llega el calor, llegan los incendios. Y como todos los años es entonces cuando hacemos el compromiso de prepararnos para atajar los incendios en otoño e invierno. Pero nada, llega nuevamente el verano y estamos otra vez en las mismas.

Hace unas semanas veíamos, impotentes, cómo se quemaba Turquía, Grecia e Italia. Como llegaba el fuego a arrasar pueblos enteros en Argelia, y nosotros poníamos nuestras barbas a remojar, porque sabíamos que también nos llegaría. Y así ha sido. La semana pasada tuvimos una ola de calor y comenzaron los montes y campos a arder. Y esta semana, en concreto hoy, 30 fuegos asolan España. Unos controlados, pero hay 6 ó 7 activos que están haciendo estragos. En concreto el que ha asolado las tierras de Gredos en Ávila, que ha supuesto la pérdida de 20.000 hectáreas y que todavía, después de 5 días, sigue activo, aunque empieza a estar medio controlado.

Lo peor de todo es que la mayoría de estos incendios son provocados voluntaria o involuntariamente por la mano del hombre. Existen muchos pirómanos que disfrutan viendo arder los montes. Otros que lo hacen porque así tienen trabajo y por lo tanto un sueldo y otros por intereses para obtener madera a menor precio o incluso campos para el pasto de los ganados.

Pero también están los que se producen involuntariamente. Esos que son por accidente, una colilla mal apagada, una botella tirada en donde no se tenía que haber hecho, o un fuego para limpiar el campo o incluso de una barbacoa, que empezó en fiesta y terminó en tragedia. Y esto es lo que ha ocurrido con el fuego de Ávila. Un coche comienza a arder. Al principio estaba controlado, pues solo era el coche. Pero pasados los 20 minutos, comienza a arder la maleza próxima a la carretera y de ahí salta a la vegetación y comienza a arder monte sin poder controlarlo. 30 minutos que han sido fatales para no controlar un fuego que llega a tener un perímetro de 120 kilómetros. Una desgracia.

Y es que, como decíamos antes, los fuegos no se atajan en el lugar y en el momento en que comienza, que también, sino comienza en la preparación previa. Los equipos de bomberos tenían que recorrer 50 kilómetros por una carretera llena de curvas y en mal estado y tardaron 55 minutos. Si hubieran creado un puesto en la zona, no hubieran tardado tanto. Pero no, ¿cómo van a crear un retén en una zona que no lo necesita? Un retén en verano, que durante el invierno se puede dedicar a otra cosa, como por ejemplo limpiar los bosques y montes de maleza, hacer cortafuegos... Porque todo eso es tan importante como apagar un fuego.

Los veranos cada vez más secos, las lluvias a destiempo en invierno y otoño, los vientos secos y fuertes... Todo ello hace que, cuando prende, lo lleva todo y arrasa con todo. Y por muchos medios que tengamos, hidroaviones, camiones cisterna, voluntarios..., al final, nuestro monte desaparece.

Ahora toca recuperar toda esa riqueza de flora y fauna que se ha perdido. Eso sin tener en cuenta las pérdidas de graneros y ganaderías que han quedado arrasadas. Pero el verano terminará y las propuestas volverán a quedar en el tintero, de manera que los montes seguirán llenándose de maleza y sin preparar para que el verano próximo vuelvan a arder sin compasión y sin poder hacer nada entonces.

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