lunes, 28 de diciembre de 2020

La economía por encima de la vida

Este gobierno se ha propuesto aprovechar su mayoría en el Congreso para dar luz verde a sus leyes y proyectos, porque saben que de otra forma no sería posible. Mayoría conseguida con los partidos nacionalistas y separatistas catalanes y vascos. Algo que no termino de entender porque si tú luchas por una independencia de un país al que consideras "opresor", cómo es posible que vote a favor de leyes de ese país o incluso los presupuestos. Y ya rizando el rizo, cómo es posible que tengas representantes en un Congreso que no aceptas y rechazas. Pero España es así. Pido y lucho por la independencia de mi comunidad, pero que sigan dándome dinero y favoreciéndome a costa del resto de regiones que sí quieren pertenecer a España. Por dinero cualquier cosa vale.

Y así ocurre con la nueva ley de eutanasia aprobada en nuestro país. Una ley que tiene como fin último ahorrarse los miles de millones que nos podemos gastar en cuidados paliativos. Lo importante para ellos es el dinero, no la vida del ser humano, ni la familia que hay detrás de esa persona. En vez de pensar en hacer una ley de cuidados paliativos, lo que piensan es hacer una ley de eutanasia, en la que ponen como último responsable al médico. Bueno tampoco es que lo hagan responsable, porque precisamente eliminan toda responsabilidad, pero la decisión última es del médico. Y no han pensado que muchos médicos pueden abogar por la objeción de conciencia para llevar a cabo la desconexión de una persona.

La ley aprobada en España es muy diferente a otras. Introduce la despenalización del homicidio en dos supuestos, que sea el paciente el que tome la sustancia que le provoque la muerte y que sea el médico el que en ciertos supuestos practique la eutanasia. Este apartado no está aceptado por ejemplo en otras leyes de eutanasia como la alemana. Esta ley es una copia del proyecto de 2019. En el artículo 5.1 indica que el paciente deberá ser capaz y consciente en el momento de la solicitud. Ahora, entre que se hace la solicitud y se aplica la eutanasia pueden darse un tiempo y circunstancias que indiquen que se está favoreciendo un homicidio permitido. El ser capaz indica que tiene que ser libre al cien por cien. Y aquí empiezan los problemas porque quién es libre en esa condición. ¿Quién decide que ese sujeto que quiere morir es capaz? ¿El médico, un perito, un experto que plantee que ese sujeto sea capaz? Según la ley el que decide quién es capaz o incapaz es el médico. Y aquí está la trampa, la pelota se pone en el tejado del médico. Y el colegio de médicos han puesto el grito en el cielo.

Resulta que el médico hace un juramento hipocrático para curar y sanar, para favorecer en el fondo la vida. Y ahora se le permite, según las leyes humanas que quite la vida cuando quiera. Se le da una opción divina. Decide si quiere un paciente morir o no y encima le aplica las medidas. Esto mismo ocurre con los abortos, muchos médicos están dispuesto a todo, pero la mayoría no puede admitir esto. No pueden quitar la vida desde su juramento por la vida que hacen al comenzar su carrera.

Esto se permite y se admite porque es más barato cargarse a la gente que mantenerla con vida. Esto sería la ley de vida de los animales. El más débil debe morir y no hay más planteamiento. Pero se supone que nosotros somos seres racionales y por lo tanto esta ley del más débil no debemos admitirla para nosotros. Y vamos más allá. El gaseamiento nazi llegaba a aprobar que la raza judía era más débil y por lo tanto debía desaparecer y por esta razón se los cargaban. Parece mentira pero seguimos sin aprender del pasado y de lo que vivimos. El inútil es una carga para el estado y eliminarlo nos permite dejar hueco para otra persona.

Tampoco se puede justificar esta ley desde el alargamiento de la vida y por lo tanto que la gente pase los últimos años de su vida en mejores condiciones. Es imposible pensar en esto. Claro que si planteo la economía por delante, me ahorro miles de pensiones. Es un fundamento puramente económico, no hay un sustrato moral. La ley establece la compasión como estrato moral, pero este es el escudo sobre el que se va a permitir un homicidio. La palabra compasión es totalmente desconocida para estas personas que establecen baremos de que la vida no tiene valor. La persona enferma tiene valor como ser humano. La ley lo considera un inútil. El trasfondo es que se saca esta ley sin criterios médicos ni forenses. Se saca con criterios económicos.

Hasta ahora el suicidio no estaba reconocido en las compañías de seguros para abonar el dinero correspondiente. Con esta ley se abre la puerta precisamente a que las compañías de seguros tengan que admitir que estaba en su conciencia cuando esta persona se ha suicidado y por lo tanto debería abonar la cantidad del seguro sin más planteamientos. Esto es porque se considera muerte natural y por lo tanto no hay intervención jurídica. Esto también es para evitar las demandas por los familiares que no acepten la eutanasia.

Desde esta ley pretenden vendernos que la muerte es un derecho. Erróneo, lo que es un derecho es la vida, la vivienda, la educación, el acceso a los bienes básicos. Pero nunca puede ser un derecho la muerte. Salimos a la calle contra la pena de muerte y ahora resulta que la ley de eutanasia es una afirmación de la pena de muerte. ¿Cómo es posible que aceptemos esto?

Para esta ley para terminar con la vida de alguien no hace falta un juez. Se lo saltan. El interlocutor válido para aplicar esta ley será ese que se ha nombrado como representante. Si no se ha nombrado a nadie será el propio médico el que puede aplicar la eutanasia. A la hora de decidir quien vive y quien muere, el Estado se convierte en Dios. En el aborto hemos decretado un tiempo para indicar que ese ser no es tal. Pero aquí el ser es tal, aunque halla perdido la capacidad de manifestarse. Un familiar o el propio médico le puede matar. Ha dejado un papel en el que alguien le puede condenar a muerte.

Cuando mi padre falleció, estuvo dos días totalmente sedado y con cuidados paliativos. En ningún momento la familia quisimos que sufriese, pero tampoco queríamos que se cometiese un homicidio con él. Su vida se fue apagando poco a poco y sabíamos cuál era el fin, pero en ningún momento quisimos que lo desconectaran ni que le inyectasen algo que acabase radicalmente con su vida. ¿Quiénes somos nosotros para decidir cuándo acabar con la vida de un ser humano? Somos seres humanos no somos dioses.

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