miércoles, 24 de junio de 2020

Día 3 de la nueva normalidad

Ayer la noticia, que apenas tuvo repercusión en las televisiones nacionales, fue que VOX dejaba la comisión de reconstrucción. En parte porque se había convertido en una comisión de revisión de actos del pasado, en la que se tiraban los trastos unos a otros, pero nadie ponía cosas en claro ni iniciativas para reconstruir un país que se viene a menos. Está clarísimo que el turismo no está funcionando en España todavía, y aunque nos venden que ya llegan extranjeros, los hoteles, por ejemplo en Cataluña, sólo han abierto el 10%. No están funcionando como realmente tendrían que hacerlo. Con lo cual, un país que vive del turismo, no puede estar en estas condiciones. La comisión de reconstrucción no está sirviendo y VOX es el primero en abandonar.

El otro día ya lo indicábamos, no se puede estar repasando el pasado con la que tenemos encima. Intentar ahora pedir perdón o que pidan perdón o mil historias de estas a actos del pasado, no sirve de nada. No pide perdón el gobierno por todos los difuntos que ha habido, pero sí tenemos que pedir perdón por si hemos sido conquistadores, genocidas en la conquista de América, por si somos racistas. Estamos jugando a tonterías. Me parece de justicia que se empiece a escribir la historia real, lo que fue de verdad, sin inventarse la historia paralela, en la que encima salimos mal parados. Cuando los españoles, a lo largo de nuestra historia hemos hecho muchas cosas mal y otras muchas mal. Y una de las que hicimos bien fue mostrar al mundo un nuevo continente. Por eso quiero traer hoy esta historia real. No la historia sesgada o la historia manipulada que nos están vendiendo, sino la historia real. Algo que posiblemente muchos de nuestros políticos desconocen porque yo creo que la historia que ha estudiado esta gente y que han manejado, no coincide con la historia real. La historia que verdaderamente ha sido realizada. Me parece de justicia poner las cosas encima de la mesa y decir la verdad. El obispo de Alcalá de Henares, Reig Pla, lo ha dicho muy clarito el domingo en la homilía: No podemos vivir con miedo. Nos están engañando y hay que decir la verdad, sin miedos, sin tapujos. Decir la verdad. No nos callarán.



El primer oficial negro en América del Norte (los EEUU todavía no se habían inventado), fue un mandinga nombrado por las autoridades españolas cuando aquel país era en gran parte español. Era un esclavo huido de las plantaciones británica a territorio español. Allí encontró la libertad, se hizo católico y fue bautizado con el nombre de Francisco.

La primera población de negros libres en América del Norte fue el asentamiento de Gracia Real de Santa María de Mosé, conocido más tarde como Fuerte Mosé, en La Florida. La primera boda interracial celebrada en América del Norte se celebró en 1565. Los contrayentes fueron un segoviano y una negra libre. Pero cuando América del Norte dejó de ser española y nacieron los Estados Unidos, las bodas interraciales fueron declaradas ilegales. Y así hasta 1967. Hasta esa fecha no se anularon las leyes antimestizaje.

Desde el océano Ártico al Cabo de Hornos, desde el océano Pacífico al Atlántico, lo mejor de América hunde sus raíces en España. Y la herencia española, cuyo legado tratan de destruir, fundamenta y explica los grandes valores de aquel continente.

Los habitantes de Fuerte Mosé, todos ellos huidos de la esclavitud británica, se gobernaban a sí mismos, no tenían más autoridad que sus propios jefes, que estaban amparados por la Corona española, y tenían su propia milicia. El enclave se convirtió en el primer pueblo de hombres negros libres. Incrementándose constantemente el número de quienes escapaban de las plantaciones esclavistas de Carolina, el Gobernador de San Agustín, Manuel de Montiano ordena construir bajo bandera de España, una Milicia Negra, con oficiales de la propia raza. Transcurre el año de 1738. Los lidera el capitán Francisco Menéndez, en otro tiempo esclavo evadido, y con buenos conocimientos militares.

La Milicia Negra es una fuerza operativa y capaz, habida cuenta de que su calidad de veteranos fugitivos les había dado un buen conocimiento de la zona, mientras que su condición de antiguos esclavos, los hacía valientes y con resuelta voluntad de vencer, para no volver jamás a la servidumbre. (La Milicia Negra libre de la Norteamérica Española)

La historia revela dónde está el racista y dónde quien defendió a los oprimidos. La ley y las costumbres españolas garantizaban a los esclavos una personalidad moral y legal, así como ciertos derechos y protecciones que no se encuentran en otros sistemas esclavistas, destaca la historiadora Jan Landers en «La nueva historia de Florida» (University Press of Florida, 1996).

Tenían derecho a la seguridad personal y mecanismos legales por los cuales escapar de un amo cruel y se les permitía poseer y transferir propiedades y presentar demandas legales, un derecho significativo que en América evolucionó al derecho de autocompra, señala Landers, profesora de la Universidad Vanderbilt.

En este sentido, señala, el énfasis en la humanidad y los derechos del esclavo, y la actitud indulgente hacia la manumisión incorporadas a los códigos de esclavitud y la práctica social españolas hacían posible que existiera una impresionante clase de negros libres, primero en España y después en la América española. (La desconocida historia de los negros libres en la Norteamérica española).

Ya en 1512, España empieza a dictar leyes contra la esclavitud y en favor de los pueblos nativos de América. Los tribunales de justicia norteamericanos están devolviendo las tierras que les fueron arrebatadas (a los nativos norteamericanos) tras la salida de España, y lo hacen al amparo de las Leyes de Indias, el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, y las concesiones otorgadas por el Rey de España, y son afortunadas las tribus que conservan estos títulos, tan antiguos como valiosos. (Borja Cardelús: EEUU sin la historia de España).

Las leyes de Burgos (1512) y de las Indias (1542) dan origen al concepto de derechos humanos y a la aparición del derecho internacional, gracias a la Corona y a personajes y universidades españolas.

Hasta los grandes mitos de la historia de Estados Unidos proceden de España: El mundo del cowboy, con el vestuario vaquero, la vaca, el caballo, la montura, las espuelas, el sombrero, el rancho y el manejo ganadero, es una réplica exacta del modelo ecuestre y ganadero de las Marismas del Guadalquivir, trasplantado al Oeste y popularizado por el cine. En paridad, John Wayne es un vaquero de las marismas con un par de pistolas, y ese modelo es radicalmente distinto al de granjero a pie y recogida de heno que trasladaron los pioneros ingleses al Este. (Borja Cardelús: EEUU sin la historia de España).

Y junto a los mitos heredados de los españoles, los orígenes de su modo de vida: Tampoco Texas o Nuevo México hubieran alcanzado su pujanza ganadera de no ser por las vacas, ovejas y caballos importados desde España. Y California no sería la potencia vinícola que es gracias a las uvas misioneras, que introdujeron los frailes españoles en las misiones. (Borja Cardelús: EEUU sin la historia de España).

Importantes zonas de Estados Unidos existen tal como las conocemos hoy gracias a España: Hoy California sería territorio soberano de Rusia, y no de Estados Unidos, porque España penetró en California precisamente para frenar la expansión rusa. Carlos III dio la orden de ocupar California, lo que se logró en una brillante acción, y España se asentó y desplazó a los rusos, que venían descendiendo desde el Norte. Y cuando España se marchó de California y la heredó México, a los Estados Unidos les costó poco trabajo expulsar a los mexicanos, pero no hubieran podido hacerlo con la potente Rusia, y hoy en California no se hablaría inglés. (Borja Cardelús: EEUU sin la historia de España).

En estos días no pocos políticos aventan un supuesto genocidio a cargo de cualquier personaje histórico, con la condición de que no sea Marx, ni Engels, ni Mao, ni Pol Por, ni Lenin, ni Stalin, ni Dolores Ibárruri, ni Carrillo, ni tantos otros criminales con calles, plazas y monumentos por toda España. Pero el genocidio de España en sus colonias nunca existió: La probanza demográfica de que esto no aconteció es el elevado número de nativos, mestizos y mulatos que en América se asientan.

Por el contrario, puede verse la tragedia de los indios norteamericanos exterminados en su práctica totalidad en la conquista del oeste, en el siglo XIX, o la limpieza étnica que realizaron los ingleses en Australia y Nueva Zelanda con los maoríes hasta bien entrado el siglo XX. (José Manuel Azcona: La América hermana).

Para construir la leyenda negra de los descubridores genocidas es preciso modificar los hechos verdaderos de diversas formas. En primer lugar hay que convertir a los habitantes nativos en lo que no fueron: Se tiende a idealizar la existencia de los pueblos precolombinos de América, a los que se dibuja como pertenecientes al paraíso terrenal. Se insiste en su alta capacidad de observación astronómica y de su conocimiento matemático, y en las ampulosas pirámides arquitrabados que construyeron. En mi opinión, una catedral gótica contiene progresos y novedades técnicas de elevado y superior rango. (José Manuel Azcona: La América hermana).

En segundo lugar es preciso convertir a los verdaderos genocidas en víctimas: Se calcula, de forma general, que el promedio de ejecuciones en el imperio azteca estaría en las cien mil anuales con fines ceremoniales. El holocausto más grande conocido por la humanidad en menor tiempo tuvo como protagonista al imperio azteca en 1487 cuando, en la inauguración de la pirámide de Tenochtitlán, se sacrificaron a 80.400 personas en un día para calmar la ira de los dioses. Además, aztecas e incas desarrollaron la nefanda costumbre de comer carne humana. La esclavitud y la violencia extra sobre otros pueblos enemigos de los aztecas, mayas e incas fue ampliamente desarrollada para ser la base d estos sacrificios y comida, y como abundante mano de obra para la ejecución de sus impresionantes construcciones. La historiografía científica afirma que la conquista de estos imperios por escasos grupos de españoles dependió del apoyo masivo de otras tribus enemigas de esos imperios. (José Manuel Azcona: La América hermana).

La destrucción de estatuas en América es idéntica a la campaña de la memoria histórica en España. Mismos objetivos, mismas técnicas. Lo que está en juego en los Estados Unidos, en Europa y en otros lugares donde estos movimientos radicales se reproducen no es la condena del racismo, que es unánime en las democracias, ni la necesidad de reconocer las injusticias históricas (que por otra parte todos los pueblos han cometido en uno u otro momento), sino la imposición de un pensamiento único que asfixie el debate y destruya la democracia no mediante las bayonetas, sino mediante símbolos, consignas y narraciones pretendidamente liberadoras. Derribar monumentos es una de las etapas del camino. (Ricardo Ruiz de la Serna: Derribar monumentos).

La destrucción de estatuas en América es idéntica a la campaña de la memoria histórica en España. Mismos objetivos, mismas técnicas. Se trata de alterar el curso de la Historia para que el presente blanquee su ideología y resulte más cómodo aceptar sus propuestas.

  • En América se pintarrajea una estatua de Cervantes o se derriba una estatua de Colón.
  • En España "contextualizan" esas mismas estatuas, cuando no las "confinan" en almacenes municipales.
  • Y promueven "investigaciones" de "historiadores" avalados por sus correspondientes "universidades", que sostienen que Cervantes o Colón eran catalanes, y por lo tanto progresistas.
Derriba estatuas o volar el Valle los Caídos, América o España, memoria histórica, la guerra sucia...

El derribo de estatuas, los daños a monumentos y los intentos de reescribir la historia forman parte de un proyecto mayor: imponer un supuesto "progresismo" como forma única de pensamiento a través de los distintos dispositivos de control del discurso: la corrección política, la imposición de pretendidas culpas colectivas, la explotación de hipotéticos agravios, el uso del rencor y la indignación para neutralizar los debates, etc.
Hay evidentes contradicciones que revelan la naturaleza totalitaria de estos grupos radicales al asalto de los símbolos nacionales de los Estados Unidos.
Ahí están la condescendencia con el terrorismo (que recuerda a las narraciones políticas post-coloniales), la estigmatización de Occidente y la exaltación de todo lo demás desde el islam radical hasta la Nueva Era, la exaltación de la violencia y, sobre todo, el antisemitismo. (Ricardo Ruiz de la Serna: Derribar monumentos).

Tiempos de barro y de guerra cultural sucia es lo que nos ha tocado vivir y por eso es tan importante en nuestros días conocer la historia. La de verdad. La Historia.

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