En abril, aguas mil. Y así hemos comenzado el mes, lloviendo cuando nos hemos levantado esta mañana. Pero pasada la tormenta viene la calma y a media mañana ha empezado a brillar el sol y el cielo ha aclarado, volviendo a verse el azul del mismo. En otras zonas de España ha llevado más que nunca. En Castellón ha llovido y ha generado algunos problemas como inundaciones. Les han llegado todas de golpe.
Todo el tiempo me viene a la mente la pregunta sobre cómo se contará en el futuro este acontecimiento. Qué dirán de nuestro tiempo los historiadores del mañana. No es que lo pienso como un frívolo ejercicio intelectual, sino porque me resulta inabarcable comprender lo que realmente nos está pasando. Siento que es muy grande, que va a marcar un antes y un después. Un salto cualitativo. Pero no tengo (creo que nadie la tiene) dimensión real del impacto en nuestras vidas, en la vida del planeta.
Después de estas semanas que tenemos que pasar encerrados, supongo que algo habremos aprendido, que algo cambiará en nuestras vidas. No sólo estaremos metidos en una gran crisis, en un aumento del paro. Esto tiene que servirnos para darnos cuenta de qué es prioritario y qué no. Para darnos cuenta de lo vulnerables que somos y de lo que necesitamos pensar, no sólo en el hoy, sino también en el mañana.
Leyendo al Papa Francisco: La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo. (Laudato Si, Francisco, 2015).
Y hoy, una nueva canción de agradecimiento a los verdaderos héroes de esta pandemia.
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