domingo, 23 de enero de 2022

La libertad de expresión en cuestión

 La Asociación Católica de Propagandistas ponía en marcha una campaña publicitada a nivel nacional, la semana pasada. Esta campaña llamada "Cancelados", tenía la intención de levantar la voz contra la persecución de quienes defienden el derecho a la vida, rechazando el aborto. Y en pocos días ha levantado enemigos en varias ciudades, donde buscan la forma de retirarla. Lo que sería un ataque contra la libertad de expresión.

En las marquesinas de 33 ciudades españolas se colocaron los carteles en los que se levantaba la voz contra la reforma de la Ley del Aborto y del Código Penal, en el que se prevé hasta un año de cárcel para quien se concentre pacíficamente delante de los centros que practican abortos. Hasta la ministra "cajera", Irene Montero, ha salido a denunciar esta campaña.

El mensaje: "Rezar frente a una clínica abortista está genial", es claro y conciso. La ley quieren sancionar como delito este acto. Y a continuación se señala que en España se practican más de 99.000 abortos cada año. Algo que te deja pensando quién va a pagar nuestras pensiones en un par de décadas o incluso la duda de si necesitamos que vengan de otros países para seguir manteniendo nuestro crecimiento demográfico.

Y finalmente un código QR, en el que te envía a un vídeo del doctor Jesús Poveda, uno de los principales promotores del movimiento pro-vida y detenido más de 20 veces por sus sentadas y acciones  en contra del aborto.

La cosa es que se elimina y cancela este mensaje por atentar contra el derecho al aborto. Pero para mí es un nuevo atentado contra la libertad de expresión, porque, digo yo, ¿qué hay de malo que uno pueda ponerse a rezar en la calle, frente a una clínica pro-abortista? En ningún momento se está señalando a las mujeres que allí entran, ni tampoco se está pidiendo que no lo hagan. Simplemente es un gesto, lo mismo que puede ser, ponerse llevar una pancarta antitaurina a la puerta de una plaza de toros. 

Si nadie se pone a gritar a las personas que asisten a la clínica, sino que simplemente están rezando, no veo ningún mal. ¿No he visto yo rezar en una esquina a un musulmán o incluso en la misma puerta de la cafetería en el barco, y nadie le ha dicho absolutamente nada? Era la hora del rezo, ha sacado su alfombra, y la ha colocado de cara a la Meca y se ha puesto a rezar. Pues lo mismo.

Está visto que esto de la libertad de expresión, depende de quién la haga, de cuándo la haga, de dónde la haga y de lo que haga. La cosa es que si la hacen los progres está bien vista y si la hacen los conservadores, está mal vista.

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