Todos los fines de semana, aparecen zonas de las naves y otras calles, llenas de pequeñas botellitas metálicas. Al principio la gente se extrañaba y se preguntaba qué era aquello. Yo incluso llegué a relacionarlas con las botellitas que venden en tiendas de deportes para inflar las ruedas de las bicicletas cuando arreglas un pinchazo y no tienes bomba para hincharla. Y me decía: hay que ver que de ruedas se pinchan aquí. Pero no caía en la cuenta que aunque el envase es muy parecido, una es de CO2 y la otra de óxido nitroso.
Y es que el consumo de este producto se ha puesto de moda en Melilla y noche sí y noche también, los jóvenes se inflan de este gas, consumido en sus cubatas y bebidas. Y es que está de moda consumirlo porque su precio es muy asequible y además de ser barato el efecto que provoca es inmediato. Lo que empezó siendo una moda en Ibiza que se consumía en globos, hoy es fácil encontrarlo por internet y en cualquier tienda, e incluso te lo llevan a domicilio.
Tras el consumo durante unos minutos del gas, el primer efecto surge rápido, la carcajada. Pero el consumo en exceso puede llevar a pérdida de conocimiento, afectar al sistema pulmonar e incluso puede ser mortal si se consume habitualmente. Consumido esporádicamente tiene su gracia y como indican sus consumidores, no tiene potencial de abuso porque, a la tercera bomba que te metes, te duele mucho la cabeza y lo dejas.
Entre los usos que se le puede dar a este gas, está el de potenciar el motor de los coches (por lo que se puede adquirir en las tiendas de accesorios automovilísticos sin ninguna dificultad), en cremas de repostería o como anestesia, lo que lleva a alterar el umbral del dolor, el grado de alerta y consciencia y puede llevar a un incremento en el riesgo de sufrir lesiones o accidentes, ya que no notas ese dolor.
Si ha triunfado entre los jóvenes es porque sus efectos "molan".
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