Nos remontamos al 12 de abril de 1931, cuando se celebraron unas elecciones municipales en las que fueron derrotados los monárquicos en 41 de las 50 capitales de provincia, pero curiosamente la victoria fue de las candidaturas monárquicas. Aún así el rey abandonó el poder y marchó al exilio, proclamándose así la República el 14 de abril.
El pueblo español en su mayoría no aceptó la proclamación de la República, aunque muchos la recibieron con alegría, sobre todo desde las izquierdas. La victoria se había producido de forma ilegal producida por el abandono del rey. Le habían abandonado a su suerte y la derecha terminó aceptando la República sin más.
La jerarquía de la Iglesia también aceptó la República sin vacilación y tras la propuesta así sugerida desde Roma. "Respeten los poderes constituidos y obedezcan a ellos, para el mantenimiento del orden y para el bien común". Posiblemente los obispos tendrían sus temores ante lo que podría pasar, pero no manifestaron nada en contra. Más bien al contrario, se posicionaban perfectamente en la separación de poderes políticos y eclesiásticos.
Fue en el mes de mayo cuando se empezaron a oír las voces de la Iglesia, cuando empezó a aparecer cierta violencia hacia ella y se empezaron a quemar iglesias. Entonces empezó a protestar duramente contra la legislación persecutoria, sin dejar de predicar la sumisión a los poderes políticos. Algunos obispos y cardenales fueron expulsados de España, acusados de realizar una violenta pastoral contra la República que parecía una declaración de guerra.
La República siempre ha estado vinculada a la izquierda, cosa que no debería ser, ya que hubo muchos políticos de derecha que apoyaban la República y, a pesar de hacerlo públicamente, siempre estuvieron en entredicho y puestos en duda.
Y en segundo lugar, aunque la Iglesia pretendió mantenerse al margen de la política y claramente lo expresó a sus fieles que aceptasen el sistema político republicano por el bien común, los partidarios de la República iniciaron una persecución hacia la Iglesia y sus bienes, quemando y destrozando símbolos cristianos, lo que provocó que esta no se quedase inmóvil y se aliase con aquellos que decían defenderla y apoyarla.
Hoy, 90 años después de aquellos ataques, nos encontramos con situaciones parecidas. La semana pasada derriban una cruz y la tiran en un vertedero porque era un símbolo franquista. Hasta donde yo llego y sé, la cruz es un símbolo cristiano desde hace siglos. O entran en iglesias y destrozan por destrozar, llegando en ocasiones a romper elementos valiosos de la Iglesia. Me recuerdan a los talibanes hace unos cuantos años destrozando patrimonio de la humanidad en la ciudad de Petra, todo porque son imágenes y en su "religión" no se permiten tales símbolos.
Continuará...
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