Lunes. Hace 9 días que estamos encerrados en casa. Ya ayer nos han dicho que seguramente se prolongue ésta situación durante dos semanas más. Los chinos han estado dos meses. Es lo que nos queda. Y ya no por mi salud o la de mi familia, sino por la de nuestros mayores, población más delicada. Se está viendo diariamente en las noticias. El mayor número de gente que están falleciendo son ancianos. Tenemos una gran población anciana.
Uno piensa, ¿cómo es posible que en tantas residencias de ancianos estén infectados? ¿Por qué no se han puesto medidas antes? Sabiendo que el problema estaba a las puertas, ¿por qué no empezaron a movilizarse antes y poner restricciones en las visitas o en los contactos? Entiendo que uno tiene a sus ancianos en una residencia y tiene ganas de visitarlos, pero quizás era momento de tomar ciertas medidas de seguridad.
Por otra parte, las redes sociales empiezan a publicar que el gobierno sabía que venía el "bicho" ya a principios de febrero y no hicieron nada por prepararse. Podían haber empezado a fabricar medicamentos, a acopiar mascarillas y respiradores, a controlar la población con más riesgo. No. Ellos trataron de "engañarnos" diciendo que no había peligro, que estábamos preparados. Pues que se lo pregunten a los cientos de sanitarios que están sobrepasados en los hospitales. No había problema. Y el 8 de marzo congregamos a la población a que salga a la calle y se manifieste a favor de la mujer en su día. Sí, que me parece muy bien, pero se tenían que haber puesto medios. Ahora empiezan a caer los políticos y resulta que habían participado en esas manifestaciones. ¡Muy bien, señores, muy bien!
Podemos culpar a unos y a otros. Lo cierto es que esta alarma sanitaria se ha convertido en alarma económica. Ya veremos cómo nos afecta en el trabajo, la economía e incluso en nuestro bienestar psicológico, estar un mes encerrados y paralizados.
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