Sube el número de infectados. Sube el número de muertos. Sube el número de curados. Y a medida que pasan los días, nos vamos dando cuenta que este "bicho" no sabe de diferencias sociales, ni de géneros ni de fronteras, ni de colores de piel, ni de religiones. Todos somos iguales ante esta pandemia. Está visto que todas estas diferencias las hemos creado nosotros los hombres. La enfermedad y la muerte, por desgracia, no conoce de ellas. Todos tenemos las mismas posibilidades de contraer la enfermedad.
Por otro lado hoy se ha conocido que dos políticos de nuestro gobierno están infectados y están ingresados en una clínica privada. ¿Cómo? Sí, sí, están en una clínica privada. Esos que salen a las calles para defender nuestra sanidad pública. Esos que indican que tenemos la mejor sanidad pública el mundo. Esos. Cuando caen enfermos van a la sanidad privada. Esto sí que es incoherencia. Señores, prediquen con el ejemplo, que mucho criticar y denunciar a la sanidad privada y luego son los primeros que hacen uso de ella.
Y termino hoy con un término que me parece importante recordar: "la indiferencia global". Creo que, gracias a Dios, en esta España nuestra, no somos indiferentes cuando la gente sufre y lo pasa mal. Rápidamente nos solidarizamos y nos ponemos en marcha para ayudarnos unos a otros. Esa indiferencia nos permite no pasar al lado del que sufre y pasar de largo. Es la parábola del samaritano, que pasa por delante del enfermo y se para, lo ayuda, lo atiende, se solidariza con él y se siente enfermo con él. Así somos. Gracias por no ser indiferentes. Juntos vamos a salir de esta.
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